El 6 de junio de 1779 se puso la primera piedra en el lado de mediodía de la calle de Sant Miquel. La obra se ultima en cuatro años, 1783 (mismo año que fue bendecida), inmortalizados sobre el portal de entrada principal.
El nuevo templo, un bello edificio de una espinosa nave, con cuatro capillas por banda y tribunas a nivel de corazón, es una de las más grandes y proporcionadas de la comarca.
Durante la construcción se obtuvo permiso para enterrar a la Iglesia antigua, sin embargo se aprovecharon el suntuoso retablo barroco del altar principal, cuatro relieves, una pila bautismal y la figura de Sant Miquel, situada hoy en la parte exterior lateral y que da nombre a la calle del mismo Santo. El precioso retablo no sobrevivió a los estragos de la Guerra Civil, de 1936-1939, y fue destruido.
El altar mayor actual, obra del arquitecto Miquel Pallàs, fue inaugurado el 16 de agosto de 1953.