CastIllo de Cardona

CASTILLO Y COLEGIATA DE SANT VICENÇ DE CARDONA

Desde el siglo IX el castillo y la colegiata de Sant Vicenç dominaron el territorio y controlaron las salinas. Estrategia militar y culto religioso se unieron en lo alto de una colina. El castillo se levantó en el 886 bajo las órdenes de Guifré el Pilós, conde de Barcelona. De esta época sólo queda la torre principal, conocida como la Torre de la Minyona. Durante la primera mitad del siglo XI se construyó la iglesia de Sant Vicenç, una de las mejores muestras del románico lombardo catalán.

Entre los siglos XI y XV, el castillo fue la residencia de los ricos señores de la sal, un gran ejemplo de fortificación militar medieval que, con el tiempo, fue perdiendo su función residencial y ganó importancia estratégica. A partir del siglo XVII, la fortaleza actualizó su sistema de defensa con una corona de baluartes.

Fue durante la Guerra de Sucesión, cuando se convirtió en símbolo de la resistencia de los seguidores del archiduque Carlos ante los defensores de Felipe de Anjou: el castillo fue la última fortaleza que se rindió a las tropas borbónicas y cayó después de la capitulación de Barcelona el 18 de septiembre de 1714.

RETABLO Y FRONTAL DE LA CAPILLA DE SANT RAMON NONAT

En 1681, después de una epidemia de peste en Cataluña, la duquesa Catalina de Cardona ordenó la fundación de la Capilla de San Ramón Nonato, que debía construirse en el lugar donde, según la tradición, habría muerto el santo el año 1240, con altar, retablo y lámpara de plata. El retablo barroco, de madera policromada y dorada, lo llevó a cabo el escultor manresano Pau Sunyer y del dorado se encargó el platero local Magí Torrabruna.

El conjunto de relieves, ocho escenas, representan varios hechos de la vida del santo y, el frontal de altar, contiene el escudo de los Cardona. Ambos han sido restaurados recientemente en el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya.

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