A principios del siglo XI, en un contexto geográfico de frontera entre el mundo cristiano y el mundo musulmán como era la actual comarca de La Segarra, era necesario también poner hitos remarcables en las fronteras ideológicas. El Milagro del Sant Dubte, ocurrido en 1010 en Ivorra es una muestra fehaciente.
Cuentan los hechos que el padre Bernat Oliver, en plena celebración eucarística, dudó de la presencia de Cristo en el pan y el vino. Y la duda propició el milagro: el cáliz se puso a rebosar sangre. Los hechos, consignados al obispo Ermengol de la Seu d'Urgell —posteriormente canonizado— llegaron a Roma, donde el papa Sergio IV certificó el Milagro y concedió muchas reliquias a la cofradía.
A partir de ese momento, aquella pequeña iglesia de Santa Maria, a un kilómetro de Ivorra, se convirtió en lugar de peregrinaje. Y en 1663 se inauguraba el actual santuario, a pesar de que la fachada data de casi 100 años más tarde, de 1762. El fastuoso retablo barroco que presidía la nave fue quemado durante la Guerra Civil.
En la primera década del siglo XXI la iglesia se ha visto ataviada nuevamente con un Cristo de Agnès Pla y Jaume González y un retablo fotográfico de Sebastià Caus, que hace que los hechos del milagro vuelvan a lucir con una poética propia de los nuestros días.