Con vistas privilegiadas del Bages, la iglesia de Sant Miquel domina la cordillera de Castelltallat, junto a donde se erigía el castillo de Montedono del que aprovechó las piedras. A pocos metros del templo (construido principalmente entre los siglos XV y XVIII), encontramos el observatorio astronómico, que viene a remachar la bóveda estrellada del presbiterio de la iglesia. Inaugurado en el 2004, sólo 6 años después de los fuegos que devastaron los pinos de la cordillera, invitaba a mirar el cielo en un momento en el que era difícil mirar a la tierra.
En el interior de la iglesia, con una nave central y una nave lateral adosada a la esquina izquierda, encontramos tres retablos de los siglos XVII y XVIII. El más notable es el que preside el templo, dedicado a San Miguel Arcángel, con cinco calles, tres pisos y predela. Datado de 1613, es un valioso ejemplo de barroco primigenio, con su estilo narrativo deudor todavía de la retablística gótica.
Aparte del retablo principal, las dos capillas laterales conservan el retablo del Santo Cristo, datado de 1703, con dos columnas salomónicas que fueron escogidas para ilustrar la Exposición Internacional de 1929. El del Roser, con tablas originales del XVII donde se representan los misterios del rosario, cuenta con algunas intervenciones del siglo XIX.